Veo que mucha gente le da poca importancia al disfrute superficial y despreocupado que proporciona hacer un pequeño gasto extra a cambio de mejores experiencias. No solo en lo tocante a la comida en la que muchos de vosotros racaneáis 24/7, sino también en otros pequeños lujos que os proporcionen un mejor nivel de satisfacción y la recompensa al duro trabajo que tantos de vosotros reivindicáis como cotidiano en vuestras vidas de remeros atormentados por el régimen.
¿Unas copas en el bar de moda? No hablo del bar pacomier de pakis que soléis frecuentar. Digo uno de moda, con el toque pijo justo y ese aire cosmopolita que tanto mola, y cuando digo cosmopolita no me refiero al magrebí que os sirve kabobs en la esquina de vuestro barrio sino a un bufet japonés con un maestro sushi oriundo de Nagasaki ejecutando un espectacular show mientras os prepara makis con ingredientes traídos desde el lejano y fascinante oriente.
¿Quizás un coche molón? No el Dacia Sandero sin radio y llantas de chapa para el que estáis ahorrando. ¿Porqué no un bonito y coqueto Audi A1 color titanio y tapizado de cuero blanco? ¿Acaso no os lo merecéis? ¿Acaso España no os lo debe por todos los impuestos que generáis para el superávit patrio?
¿Y qué me decís de un sencillo pero delicioso filete de ternera, o un tartar de lomo, en lugar de las hamburguesas de cartón que soléis zampar mientras camináis (sí, camináis) a vuestros centros de explotación trabajo?
¡Vivid un poco, conyo!